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La última Violación antes de arrestarlo (el Violador de los Jueves)

SANTO DOMINGO.- Puntual, como todas las noches de los jueves, ese día Néstor llegó a las siete en punto al piano bar. Mientras sus ojos recorrían una por una las caras de los parroquianos, se llevó la mano al bolsillo de su chaqueta. Quería estar seguro de que había traído las tarjetas de presentación.

Para esa noche había decidido ser Juan Alejandro Elías, un joven y próspero ingeniero nacido de una de las familias más distinguidas de este país. Las tarjetas y un lujoso automóvil que acababa de robar y que estaba en el parqueo serían las cartas de presentación de su nueva identidad.Mientras tanto Marilyn apuraba una copa de vino tinto en el mostrador en espera de su amiga que no acababa de llegar.

Su cara la acusaba de estar la primera vez en el lugar, cosa que Néstor, perdón el ingeniero Elías, determinó desde que asomó su figura de “niño bueno” en la puerta. Marilyn continuaba bebiendo distraída y a cada momento miraba su reloj sin sospechar que se acababa de convertir en la elegida.Su amiga le había dicho que cada jueves en el lugar hacían un magnífico happy hours, con tragos y picadera “por unos pesitos, por lo que si hacían un serrucho podrían pasar una noche agradable y tal vez pescar un viejo rico de los tantos que visitaban ese ambiente”.

La idea le pareció genial, por eso al salir de la oficina, pasadas las seis de la tarde, decidió ir directamente al lugar y esperar allí a su amiga, que no acababa de llegar. Quien sí estaba ahí era ese joven apuesto con su fija mirada y su sonrisa de media luna que no terminaba en decidirse por acercársele. Finalmente sucedió y entre chistes, anécdotas y tragos, Marilyn le contó sobre su aburrida vida de secretaria en una oficina y sus noches en una pensión de la Zona Colonial, donde reside. Néstor le hablaba de sus proyectos, de su familia y claro está de la mansión de casa de sus antepasados situada en el histórico Gascue, a la cual invitó a visitar esa misma noche.

“Qué mujer se podía negar a la invitación de un jevo así, joven, rico y buen mozo, y para colmo bien montao y con un buen sentido del humor. De lo que se perdió Sobeida por no venir”, se dijo para sí en el momento en que cerraba la puerta del automóvil.El reloj marcaba las diez de la noche al llegar a la casa, que para sorpresa estaba deshabitada. Esa no sería la única sorpresa, sino que antes de que pudiera reaccionar su Adonis le apuntaba con un arma de fuego.

Pensó que se trataba de una broma pero la firmeza de sus palabras ordenándole desnudarse le reafirmó que todo iba en serio. Antes de que pudiera sobreponerse Néstor la violó y después de terminar le arrebató la cartera y sus prendas.

Todavía apuntándole le ordenó montarse en el vehículo y tomaron una ruta en dirección al sur, hasta llegar al Malecón, donde la abandonó.Un taxista que pasaba la recogió de donde lloraba y la llevó a su vivienda no muy lejos del lugar. Dos días duró sin ir a su trabajo y decidir si acudía a la Policía para denunciar lo sucedido. Una mezcla de miedo y vergüenza se lo impedía.Finalmente decidió ir al Departamento de Violación Sexual de la Policía Nacional, donde se llevó otra sorpresa.

Ella era la novena de una lista de mujeres que denunciaron violaciones similares en los últimos días.
Por eso decidió cooperar con las fiscales Rita Durán Infante y Raquel Mascaró en la búsqueda del agresor.
Sólo algunas pistas se tenían definitivas: elegía a sus víctimas en los bares de restaurantes durante los happy hours de los jueves. Además de joven y de buena figura, cambiaba de nombre y profesión en cada uno de los actos.

Gracias a www.listindiario.com.do

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